Artista realiza arte para personas no videntes

Créditos: La artista keniana Tina Benawra crea pinturas para personas invidentes. (Edurne Morillo / EFE)
Realizar arte es una manera de expresar en algunas ocasiones lo que sientes, es por esto que Tina Benawra crea cuadros para personas que tienen dificultades visuales parece una contradicción, sin embargo, hacer obras inclusivas que puedan ser disfrutadas por personas con capacidades diversas se ha convertido en la obsesión de la pintora de Kenia.
Ella llegó al mundo del arte con el objetivo de mostrar los dibujos que se manifestaban en su cabeza, de esta manera buscó trasladar lo que se imaginaba ahora a las personas invidentes.
En sus obras utiliza colores y palabras, pero también detalles en braille y texturas por lo que la mejor forma de entender estas piezas es palparlas (Historia tomada de Redacción Mag).
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El mundo de las personas con discapacidad visual
Créditos: Caser Fundación
Estudiaba su primer año de Filología Hispánica en Barcelona cuando Pilar Calvo comenzó a perder la visión de un ojo. Empezaron las visitas médicas hasta que, a finales de 2003, le diagnosticaron Neuropatía Óptica Hereditaria de Leber (NOHL), una enfermedad que afecta al nervio óptico y, aunque no provoca dolor, con 19 años perdió la visión central.
“Asumir lo que me estaba pasando fue un proceso complicado. A la etapa que estaba iniciando en la universidad, con gente nueva, sitio nuevo y estudios diferentes, se sumó el ir perdiendo poco a poco la vista. Procuraba aparentar que no me importaba demasiado, porque mis padres ya estaban suficientemente preocupados. Soy hija única y se volcaron mucho en mí”, recuerda.
Aunque Pilar confiesa que no reconocer a las personas que estaban a su alrededor resultaba duro, “pronto recuperé la normalidad. Sólo es cuestión de pasar, con optimismo y espíritu de superación, por un nuevo aprendizaje”. Esta joven, por ejemplo, pasó de leer los libros a leer escuchando: “Con el simple gesto de ponerme unos auriculares puedo disfrutar de la lectura donde yo quiera. Simplemente tuve que aprender a utilizar un software especial, un programa que tiene un magnificador visual que lo amplía todo y que tiene un soporte de voz sintética que lee todo lo que se ve en la pantalla”(Caser Fundación).
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Ciudadanos no videntes relatan su día a día en la Quito

Créditos: Imágenes Google
Darío Chuquillo: el deportista
Darío nació ciego. Desde su niñez trató de sobrellevar una condición difícil y que lo hizo sentirse diferente de todos los demás. “Es feo, no voy a mentirle- dice haciendo una mueca- pero uno se sobrepone”. Sin embargo, la independencia con la que se desenvuelve se compara a la de una persona vidente. Antes de ir al trabajo, su esposa, Mónica (no vidente), le prepara el desayuno, mientras él se viste con algo de dificultad. Toma el sistema de transporte público, Ecovía, para llegar a su oficina en la Avenida Diego de Almagro. Es vicepresidente de la Fundación Víctor Vedado, en donde ayuda a personas con discapacidad. Subirse al bus es un inconveniente. “Tenemos problemas con las nuevas paradas, las plataformas para que la gente suba al bus no están totalmente paralelas al piso, lo que me ha hecho resbalar varias veces”.
Darío dirige, además, un negocio de internet, junto con su esposa. Pero lo que más le llena de orgullo es pertenecer a la selección de fútbol de los Juegos Paraolímpicos de Ecuador. Y es que el fútbol lo lleva “en el corazón”, dice, mientras muestra sus medias negras con el sello del Club Sport Emelec. “Yo juego fútbol profesionalmente y es lo que me apasiona. Me hace sentir que no hay nada que no pueda hacer”. Para la entrevista, se pone sus zapatos y salta a la cancha (Historias recuperadas del medio Ecuador Tv).
José Benavides: el abogado
En medio de libros, hojas y manuscritos brailles de la Biblioteca Alejandro Segovia Gallegos, trabaja el doctor José Benavides. Sí, es abogado, pero su sueño fue ser físico, ahora intenta a adaptarse a su nuevo oficio. Siente soledad e impotencia, pues quiere hacer más a favor de las personas con discapacidad. “Dentro de las instalaciones tenemos todo lo necesario para seguir implementando audio libros, pero desde el año pasado, la disposición y los fondos han disminuido”, se lamenta.
Las visitas de las personas invidentes son cada vez menores por la distancia. La biblioteca funciona en la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE) y cree que las personas con discapacidad visual necesitan servicios más cercanos. Por ello, José Benavides define sus días como “taciturnos y algo estáticos” (Historias recuperadas del medio Ecuador Tv).
Vladimir Ganchala: atleta y padre
Cuando tuvo 12 años, Vladimir Ganchala se enteró que perdería irremediablemente la vista. Afrontó un accidente de tránsito que le afectó los nervios ópticos; ese percance le cambió la perspectiva de vida y aprendizaje. Empezó a clases de movilidad, braille y ábaco, mientras su visión empeoraba cada vez más. Al quedarse completamente ciego-confiesa- que cayó en una depresión profunda. Su familia, además de clases de defensa personal, le ayudaron para sobrellevar su condición. Así logró graduarse del colegio con honores e inició sus estudios de Pedagogía en la Universidad Central del Ecuador. También empezó a entrenar, junto con su hermano, en atletismo. Ahora tiene un nuevo compañero para el deporte. “Mi hijo es ahora la persona con la que entreno. Siempre me ayuda y hay veces que tengo que sacar permiso en su colegio para que lo dejen salir. Los dos competimos”. (Historias recuperadas del medio Ecuador Tv).
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El verdadero amor de las personas invidentes

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Pablo Armando Sánchez vio el mundo por última vez a los catorce años. Recuerda que todo se apagó definitivamente en un mediodía caluroso, sabe que para los otros hombres se trató de un instante más en la larga sucesión de emociones que, sumadas, constituyen la vida, pero para él fue un atardecer definitivo.
Magali entró en noche perpetua a los diez y seis años en una fecha próxima a la Navidad, y cree que lo último que captaron sus ojos fue una procesión de fieles entrando a misa de gallo en una iglesia modesta de los arrabales del sur. Dicen que se sintieron completamente solos, huérfanos de la primavera, tempranamente condenados y con unas enormes ganas de morir (Historia tomada de Mundo Diners).
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La triste historia de un ciego que recuperó la vista

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En 1959 un trasplante de córnea le devolvió la vista a Sidney Bradford, quien se había vuelto ciego siendo un bebé. La operación, lejos de mejorar su vida, la empeoró drásticamente.
la literatura médica se relata la triste historia de Sidney Bradford, un hombre que perdió la vista antes de cumplir el primer año de edad a causa de una queratitis ulcerativa profunda, una gravísima infección de la córnea. En la Escuela Birmingham para ciegos se conserva el registro de ingreso del pequeño Sidney. El documento certifica que se trataba de un niño, ciego para todos los propósitos, no obstante, en el expediente se reconoce su capacidad para reaccionar ante algunos estímulos luminosos.
En 1959, la cirugía había avanzado lo suficiente como para hacer posible un trasplante de córnea. Apareció entonces una luz de esperanza: a sus 52 años de edad, Bradford sería el primer ciego a quien la ciencia médica devolvería la vista. Las expectativas de la operación dejaron al mundo en vilo: todos deseaban saber qué ocurriría con aquel hombre una vez se removieran los vendajes, abriera sus ojos y se encontrara con la infinita riqueza de un mundo desconocido. Vería por fin a sus seres queridos, a quienes solo conocía por la textura de la piel y la geografía táctil de sus rostros. Podría deleitarse contemplando el atardecer; disfrutaría de los paisajes montañosos, de las nubes, del inmenso mar y vería por fin el Sol, la Luna y las estrellas. Comprendería el significado de esas cualias indefinibles que son los colores; y hasta conocería la verdadera forma de un elefante (Historia tomada del Espectador).
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